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Por iniciativa del Club Católico, en abril de 1889, se reúne el primer “Congreso Católico”, presidido por el Obispo Mons. Yéregui. Asisten delegados de todas las Parroquias e instituciones católicas del país. 

Nació en este evento la “Unión Católica del Uruguay” fundada por Francisco Bauzá. El primer Directorio de la novel entidad reunió a personalidades como Mons. Soler, Joaquín Requena, Francisco Bauzá, Carlos Berro y Juan Zorrilla de San Martín. 

Cuatro años después se realiza el segundo “Congreso Católico”, donde se reitera la necesidad de una participación más amplia de los católicos en las distintas áreas de la vida pública. En los comienzos del novecientos, por un movimiento nacido en Roma, se auspician una serie de celebraciones para festejar la llegada del nuevo siglo. 

 

 

 

En Uruguay, se crea un Comité Especial a cargo del Arzobispo Mons. Soler. Uno de los actos consiste en la reunión del “Tercer Congreso Católico”. De las actas del Congreso de 1900 extractamos conceptos del Dr. Francisco Tiscornia: “ … los católicos debemos ser una fuerza en el organismo político, como lo somos en el organismo social. Nuestra religión es de paz, de fraternidad, es de libertad”. El Dr. Luis P. Lenguas –en nombre de los “Círculos de Obreros, que ya existían en el país- dijo: “ hay que propagarlos y difundirlos, porque ellos serán la semilla del gran Partido de Católicos que estamos en la obligación de fundar y organizar; del único partido que lógicamente está llamado a actuar, pues es el único que puede hacer la felicidad de los pueblos, puesto que con sus miradas fijas en el cielo, proporciona a los hombres la relativa felicidad a que pueden aspirar en la tierra”. El cierre de la oratoria estuvo a cargo del Dr. Juan Zorrilla de San Martín que instó a los católicos a constituir una fuerza cívica, con activo protagonismo en la vida nacional. Zorrilla traduce su sueño de católico, eminente ciudadano y excelso poeta en la imagen de una ráfaga matutina que sobrevuela la aldea y despierta al gallo dormido y tañe las campanas hasta entonces en silencio. 

En 1902 se hace efectivo el segundo “Congreso de los Círculos de Obreros”. El presbítero Pedro Oyagbehere en nombre de la Unión Democrática Cristiana, de reciente formación, expresa: “la acción social de los católicos debe encaminarse directamente a hacer prevalecer en la legislación sus postulados y aspiraciones. Es pues una necesidad la acción electoral”. El 11 de noviembre de 1907, la Unión Católica aprueba la organización cívica de los ciudadanos católicos. Se constituye un Comité Ejecutivo, presidido por el Dr. Joaquín Secco Ylla, al que se asigna el cometido concreto de organizar la acción cívica de los católicos. La iniciativa fue puesta a consideración de Mons. Mariano Soler. El Prelado manifiesta su aprobación con estos conceptos: “… bendigo y aplaudo esta determinación, porque los comicios, así como la prensa, son en la hora presente, la gran esperanza para la Santa Causa…”. 

 

 

 

En 1908, 1909 y 1910, se diseñan las acciones tendientes a la participación en las próximas elecciones. En los primeros meses de 1908 se abre el primer período de inscripción, impulsando a los católicos a realizar su inscripción en el Registro Cívico. En el mismo año comienza la formación de los primeros Clubes Cívicos. La parroquia del Cordón presentó el 8 de junio la primera solicitud para constituir su Club Cívico. El mismo se inauguró el 29 de junio de 1908. 

El 18 de diciembre de 1910, por primera vez, los católicos en forma organizada concurren a un acto comicial. Luego de la elección se realizó un encuentro en la sede del Club Católico. Abrió el acto el Dr. Secco Ylla que reafirmó su confianza en la obra iniciada. A pedido de los asistentes, cerró la oratoria Zorrilla de San Martín. El poeta destacó la importancia de la concurrencia a las urnas, que había sido su prédica de tres décadas de acción católica. Insistió en la necesidad de llevar el concurso católico a las múltiples esferas de la disciplina cívica. El 24 de mayo de 1911 el Directorio adopta esta resolución: “procédase a la organización integral de la Acción Católica en los terrenos de propaganda social, cívica y económica, a cuyo efecto se designa a los doctores Perea y Rius, para que a la brevedad posible, presenten un plan completo de dicha organización”. Perea y Rius, en un extenso informe, proponen la desaparición de la “Unión Católica” -creada en 1889- y su disgregación en tres instituciones: “Unión Social”, “Unión Económica” y “Unión Cívica”. Pío X, acababa de dar a los católicos ese formato de organización en la Encíclica “Il Fermo propósito”. La decisión sobre la propuesta se adoptaría en noviembre de 1911, en ocasión de celebrarse el cuarto “Congreso Católico”. Se aprueba la encomiable labor desarrollada por la “Unión Católica”, pero se acepta a la vez la nueva forma de organizativa: la división –según lo propuesto en el informe Perea-Rius- en “Unión Social”, Y “Unión Económica” y “Unión Cívica”. 


Tiene especial relevancia la oratoria de Monseñor Isasa en el Congreso: “esta Unión Cívica, tiene el gran cometido de dirigir los trabajos electorales, llamando en torno suyo y estimulando a todos los ciudadanos que deseen el bien público, para que concurran a las urnas a depositar su voto a fin de llevar al Cuerpo Legislativo, hombres que defiendan y hagan triunfar los derechos más sagrados e importantes de la sociedad. Hay que destruir prejuicios, por qué no sé como entienden algunos la Religión con respecto a la política. Parece que quisieran considerar separadas la una de la otra, cuando no es así, pues como dice el ilustre Marqués de Valdegamas no hay cuestión política en que no entre una verdad religiosa. Debemos hacer política cristiana para defender los derechos de la Religión y de la Iglesia. Es pues un deber sagrado ocuparse de la política. Estad firmes en la fé y adictos, sinceramente a la autoridad de la Iglesia, y que la caridad resplandezca en todas vuestras obras. Intransigentes en cuanto a la doctrina, seréis tolerantes y caritativos con las personas y sus opiniones”. 

El cuarto Congreso dio asimismo a la “Unión Cívica” su primer Directorio, encomendándole establecer su carta orgánica y la definición de su programa de principios. El cuerpo dirigente otorgó la Presidencia al Dr. Secco Illya, el Dr. Antonio Haran como Vice, Carlos Ferrés como segundo Vicepresidente, Adolfo Isasa, tesorero y Elbio Fernández en Secretaría. En 1912 se reúne la “Primera Convención de la Unión Cívica» para votar la Carta Orgánica y el Programa de Principios. Fue el primer grupo político del país que presentó por escrito y publicó su Carta Orgánica y Programa de Principios.